Dra. María Margarita Cabrera Celis
No es un secreto que estamos en una época revolucionaria para la nutrición. El acceso a múltiples datos en las redes sociales nos lleva a un sin número de interrogantes a la hora de hacer las elecciones en nuestras compras. Y claro, el auge de múltiples productos que nos ofrece la industria alimentaria, con diversos y deliciosos sabores, e incluso con etiquetados diferenciales que pretenden venderse como saludables, porque tienen algún nutriente específico o cierto número de calorías, nos lleva a preguntarnos qué es lo realmente conveniente, a la hora de definir lo que estará disponible en nuestra alacena.
Para comenzar, es importante tener claro, conceptos sencillos, pero muy prácticos, que nos evitarán dolores de cabeza, y permitirán que asociemos lo que cocinamos con cada una de las actividades que realizamos en nuestra vida diaria, porque en últimas la comida es en gran medida un determinante de la salud y del bienestar.
Los alimentos que ingerimos diariamente poseen varias características, pero existen dos que son bastante relevantes: los nutrientes y las calorías. Su importancia radica en que al tener claro estos conceptos podemos entender lo que es conveniente para cada uno de nosotros.
El concepto de nutriente, hace referencia sencillamente a aquellos elementos que se necesitan para que se lleve a cabo, de una forma adecuada, cada una de las vías metabólicas de nuestro cuerpo, existen macronutrientes como son los carbohidratos, las proteínas y las grasas y los micronutrientes como son las vitaminas y los minerales. Cada uno de ellos cumple una función específica, por lo tanto, la deficiencia de cualquiera de ellos puede llevar a alteraciones metabólicas que pueden manifestarse en nuestro cuerpo de múltiples maneras.
Las calorías tienen que ver con la cantidad de energía que se encuentra dentro de los alimentos. Lamentablemente, este concepto nos ha llevado a múltiples inconvenientes por tratarse de un valor numérico, y, por lo tanto, tiende a encasillar conceptualmente el comportamiento metabólico individual, y lo que es peor, puede llevar a la deficiencia de nutrientes si no nos cuidamos de las denominadas calorías vacías.
Cuando hablamos de calorías vacías estamos haciendo referencia a aquellos alimentos con pocas o muchas calorías, pero deficientes o carentes de nutrientes de buena calidad, lo que lleva a nuestro cuerpo a trabajar, en mayor o menor grado, de una forma poco inteligente y tendiente a desarrollar alteraciones en el equilibrio de sus funciones.
A continuación, citamos algunos ejemplos comunes de calorías vacías para ayudarte a mejorar tu criterio nutricional:
- El azúcar en todas sus formas: la mayor parte del tiempo se tiende a asociar con diabetes, pero su consumo lleva a múltiples enfermedades más, como son el cáncer y un sin número de trastornos hormonales.
Mucho se ha hablado de sustituir el azúcar por los edulcorantes, pero esto puede llevar a encuentros conceptuales, tanto desde el punto de vista de gustos individuales, como desde el ámbito bioquímico, de acuerdo a los últimos estudios, por lo tanto, la recomendación es que la sustitución se haga solo si se considera muy necesario, y si es el caso, tratar de encontrar en la medida de lo posible, edulcorantes que sean de origen natural.
- Productos de panadería convencional: en estos momentos tenemos un amplio conocimiento de lo que sucede en nuestro sistema digestivo, cuando ingerimos cierto tipo de moléculas como el gluten que se encuentra en el trigo, adicionalmente la margarina y el azúcar con las que se preparan productos de panadería convencional, lleva en últimas a terminar ingiriendo un sin número de calorías que representan para nuestro cuerpo tejido graso indeseado.
La buena noticia es el auge actual de los panes funcionales, preparados con harinas de frutos secos o de cereales sin gluten, que llevan consigo otros ingredientes potencialmente beneficiosos para nuestra salud. Se trata de indagar y aprender recetas que ahora sobreabundan en las redes sociales, o acceder a este tipo de panaderías en el caso de tener algún antojo.
- Los jugos de fruta: otro tema bastante controversial es su consumo ya desde el punto de vista industrial o el que se prepara en casa. Pues bien, la recomendación desde todo punto de vista es procurar la hidratación con agua de buena calidad. La fructosa, que es el azúcar de la fruta, y que es la que consumimos en mayor cantidad cuando tomamos jugos, lleva a un incremento muy importante en los niveles de azúcar en sangre con consecuencias muy desagradables para nuestra salud.
- Los lácteos: qué difícil es para muchos de nosotros dejar de consumir lácteos, y no es para menos, pues se encuentran en casi todas las preparaciones industriales, lo que sabemos es que disminuir su consumo, aparte de disminuir la cantidad de calorías que ingerimos, mejora en gran medida la salud intestinal y enfermedades del sistema inmune como son las alergias en la piel y las alergias respiratorias, esto solo por nombrar algunos beneficios.
¿Y qué pasa con el calcio? Es la pregunta de muchos, y la respuesta es un poco simple: el calcio podemos encontrarlo de muy buena calidad en otras fuentes como las semillas, las verduras y los frutos secos.
Como vemos, con toda la información con la que contamos en la actualidad, tenemos una gran responsabilidad con el cuidado de nuestra salud y la de nuestros seres queridos. Adquirir un buen criterio para escoger nuestros alimentos se vuelve cada vez más fácil y es por eso que debemos tener una mente abierta.
Siempre recordemos que la función primordial de la alimentación es el aporte de nutrientes, las calorías nos ayudan a los médicos y nutricionistas, solo hasta cierto punto, a desarrollar algunos cálculos, pero no determinan la salud nutricional individual, por lo que hay que ser bastante cuidadosos con el concepto.
Dada la complejidad del cuerpo humano, las variaciones individuales, ya sean de origen genético o medioambiental, deben llevarnos a la conclusión de lo importante que es desarrollar un plan de alimentación que sea individual. Que se ajuste a lo que conocemos, que nos sirve y lo que no, de una forma especial y personalizada.
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